Volver a la radio de la Universidad de Elche siempre es un placer. Hace años, estuve un par de veces como escritora, presentando mis novelas de acción y aventura. Poco podía imaginar en aquella época que algún día volvería para presentar un cuento sobre la lactancia materna y toda la magia de ese descubrimiento, llamado: «Mi mejor, amiga la teta». Y me costaba imaginarlo porque en aquellas primeras visitas yo estaba buscando bebé, pero, a causa de problemas de fertilidad, esta búsqueda se convirtió en una agonía de cinco años. Perdí la esperanza, pensé en cambiar de vida y, entonces, justo cuando esperaba para empezar un tratamiento in vitro, llegó Martina a nuestras vidas, como una «pequeña gran» revolución y la mayor alegría que hemos vivido. Vuelvo a la radio de otra manera: siendo mamá, siendo más feliz de lo que imaginé.

Anaís, presidenta de Fedalma y presentadora del programa, me recibe con su habitual y cálida sonrisa. Se la devuelvo, pese a las dificultades de la maternidad y laborales que enfrento, mi vida personal ha cambiado a mejor. Y agradezco mucho a Anaís que nos ofrezca este pequeño espacio radiofónico a las madres para poder charlar de temas tan importantes y delicados.

El motivo de mi visita de hoy, como he dicho antes, es «Mi mejor amiga, la teta», un cuento-poema (en Amazon y Aliitruc) con entrañables ilustraciones de distintos mamíferos bebés con sus mamás, con una parte de rimas divertidas que hacen gracia a sus lectores más peques, un pequeño epílogo dedicado al «destete feliz» (aunque sea una utopía) y un epílogo de madre a madre, donde cuento mi experiencia personal con la lactancia y mis motivaciones para escribir este cuento. Está dedicado a los múltiples usos y beneficios de la lactancia más allá del alimento y las defensas de las que me hablaron en la carrera de Biología, pues hay muchos otros «usos» de los que nunca se habla: la calma que transmite al bebé, la conexión con él, el piel con piel, su mejor digestión, la teta-chupete… Momentos que no se comprenden hasta que no se viven y que me hacen definir mi lactancia como «lactancia mágica», a pesar de las dificultades del principio, como las grietas que me salieron en los pezones durante las primeras semanas.

El libro está dedicado a mi hija Martina y también a matronas, asesoras de lactancia y asociaciones como «La mama d’Elx» porque nos ayudan mucho a superar este tipo de problemas (grietas, mastitis, mal agarre etc.), para los cuales la sociedad no suele decir nada más que «ríndete, deja de darle pecho». Hay mucho desconocimiento, pero, afortunadamente, también hay cada día más apoyo sanitario y soluciones si quieres seguir con ella.
Otro problema del que hablo en el libro y que me parece grave en el siglo en el que estamos, es que muchas tenemos que esconder el tiempo que llevamos dándole pecho a nuestros bebés cuando superamos el año, como si más tiempo fuese algo malo en lugar de bueno, tal y como reconoce la OMS y todas las entidades sanitarias. Un estudio reciente desmiente, por ejemplo, el mito de que a partir del año, dos años… no nos sale leche sino «aguachirri» (palabra oída a mujeres de generaciones mayores). Los análisis lo han desmentido y han comprobado que nuestra leche, en cambio, está más concentrada con el paso del tiempo y tiene más kilocalorías que la leche de vaca.

Para finalizar mi entrevista en el programa, Anaís propone el controvertido tema de las ayudas institucionales, aún escasas, como la baja de maternidad española (la más baja de toda Europa), mientras que, paradójicamente, nuestra baja de paternidad es la más alta. Un lado positivo y otro negativo, pero no concuerda con los seis meses mínimos de lactancia materna que propone la OMS, ni con una adecuada recuperación posparto, que se valora en un año de media. En algunos círculos se opina que alargar la baja de maternidad podría reducir los derechos de las mujeres, pero lo cierto es que estamos al nivel de Sudamérica en ese campo, mientras que países más desarrollados, como Alemania o Norte de Europa, tienen bajas de entre 1 y 2 años y sus empresas y mujeres siguen siendo productivas y tan feministas como siempre, solo que sus empresas parecen entender y respetar mejor la biología, la crianza y las necesidades de un bebé.

¿Y tú? ¿Con qué palabra definirías tu lactancia?

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