Mi relato con Adecco

Bienvenidas y bienvenidos a los LUNES FEDALMA

Comencé a trabajar en Adecco en febrero de 2019 como administrativa, pero mi centro de trabajo era General Dynamics-Santa Bárbara, una fábrica de vehículos de combate en Alcalá de Guadaíra (Sevilla). Mi contrato era de obra y servicio con 3 meses de prueba. En principio no hubo ningún problema y pasé el periodo de prueba sin complicación.

En junio de ese mismo año, 2019, solicito a la empresa una reducción de jornada de 1 hora al día por cuidado de mi hijo que entonces tenía casi 2 años. Les requerí que la reducción empezara a ser efectiva en septiembre de ese año. Mi jornada era de 07:00 a 15:20 y con la reducción podría salir a las 14:00, lo que me permitiría recoger a mi hijo de la guardería a partir de septiembre. Era la primera vez que mi hijo iba a ir a la guardería y tanto su padre como yo no queríamos que pasara muchas horas allí: él lo llevaría a las 11:00 antes de irse a trabajar, y yo lo recogería a las 14:30 cuando saliera del trabajo en Santa Bárbara.

Ante mi solicitud de reducción la empresa solo contestó con un “OK” por email.

Unos días más tarde de solicitar la reducción, me detectan una enfermedad bastante grave y la especialista que me estaba viendo en ese momento me indica que es obligatorio que esté en reposo total y que no trabaje, ya que el estrés y la actividad me podrían poner peor. Me doy de baja médica y ahí empiezan los problemas…

Estuve un mes y medio de baja, pero recibía constantemente llamadas por parte de mi coordinadora para preguntarme “cuándo me incorporaba”, algo que no ayudaba mucho a mi reposo, por otro lado. Cuando me incorporo al trabajo a finales de julio de 2019, la presión a la que soy sometida por su parte es insoportable. Antes de mi baja, mi relación con ella era normal y cordial, incluso recibí alguna felicitación por su parte por mi trabajo bien hecho.

Una vez volví de la baja, solo recibí reproches, malas contestaciones e insinuaciones de que no trabajaba o de que lo hacía mal. Tal fue la presión que en 3 días, empecé a encontrarme mal otra vez y volví a recaer en mi enfermedad, por lo que volvieron a darme la baja médica.

En septiembre de 2019, todavía de baja, recibo mi nómina y compruebo que no se me ha aplicado la reducción de salario por la reducción de jornada que había solicitado. Le mando a Adecco un correo inmediatamente y me contestan que no pueden aplicarme la reducción hasta que no me dé de alta médica. Lo consulto con un especialista y me dice que la baja no tiene nada que ver con aplicarme la reducción, que es probable que me estén mintiendo.

Tras unos meses de baja, el 13 de febrero de 2020 vuelvo a recibir el alta médica. Lo comunico inmediatamente a Adecco y, para mi sorpresa, me comunican que no puedo volver a mi trabajo al día siguiente, pero que acuda a sus oficinas para una reunión. Yo me temo lo peor, en ese momento me esperaba un despido amparado además por el hecho de que no me habían aplicado la reducción de jornada.

En la reunión me invitan “amablemente” al despido porque según ellos, Santa Bárbara y ellos mismos ya no me quieren en la empresa. Me niego en rotundo y me dicen que me vaya a mi casa y que ya me dirán algo sobre mi futuro.

Los días pasan sin que me den instrucciones de ningún tipo a pesar de que yo les escribo casi diariamente para pedirles que me devuelvan mi puesto de trabajo. Incluso les “amenazo” con presentarme en la puerta para que me dejen entrar, a lo que me responden que no me dejarán acceder bajo ningún concepto.

La situación para mí empieza a ser delirante y la pongo en manos de una abogada que cree conveniente demandarles por modificación sustancial de las condiciones de trabajo. La demanda se interpone el 8 de marzo y unos días más tarde se declara el estado de alarma por el coronavirus en España. El 27 de abril me meten en un ERTE si haber trabajado ni un solo día desde mi alta médica el 13 de febrero, una situación absolutamente inverosímil. El 30 de junio me sacan del ERTE en modalidad de teletrabajo para volverme a dejar en el mismo limbo laboral, es decir, sin darme trabajo efectivo ni decirme qué va a pasar con mi puesto de trabajo.

En ese momento, en junio de 2020 las guarderías seguían cerradas en toda España y mi pareja y padre de mi hijo trabajaba presencialmente en turno de mañana en una unidad de día de menores en riesgo de exclusión sin posibilidad de cambiar el turno, porque la unidad solo estaba abierta por la mañana.

A pesar de no darme trabajo efectivo aun habiéndome desafectado del ERTE y de no saber cuál era mi situación, el mismo día que me comunican mi desafectación del ERTE, le solicito a Adecco una adaptación de jornada para cambiar la mayor parte de mi jornada a turno de tarde, de manera que podamos compaginarnos mi pareja y yo para cuidar de mi hijo. Tardan 7 días en denegarme la adaptación alegando que el turno de mañana es el único que se realiza en ese servicio y que por la tarde no está mi coordinador ni nadie. Una absoluta mentira porque todos mis compañeros y mi coordinador estaban teletrabajando y su horario era de mañana y tarde debido al alto volumen de trabajo que había. Adecco era conocedora y facilitadora de ese hecho dejándoles hacer horas extras sin remunerar todos los días. Varios de mis compañeros me reconocieron que solían terminar la jornada a las 19:00 o 20:00 horas todos los días.

Después de volverles a insistir en el hecho de que no me estaban dando trabajo efectivo (a pesar de haberme denegado una adaptación de horario) y de comunicarles que me sentía mal anímicamente por este trato discriminatorio que estaba recibiendo sin motivo alguno, a mediados de julio de 2020 me empiezan a dar unas funciones residuales y escasamente testimoniales que nada tenían que ver con mis funciones antes de mi baja médica. Antes de mi baja médica tenía acceso a una serie de programas y ficheros necesarios para llevar a cabo mi trabajo, al igual que el resto de mis compañeros. Tras el ERTE todos mis compañeros están teletrabajando, pero con acceso a todos los programas y ficheros que necesitan para trabajar. A mí, solo me dan acceso a mi correo electrónico, me mandan un fichero que debo rellenar con unos datos y nada más, no tengo acceso a ningún programa ni archivo y además me dicen que no me comunique con nadie. Yo ante esta situación, me quejo y les pregunto por qué soy la única que no tiene acceso a nada y por qué mi trabajo se reduce a rellenar los campos de un fichero, tarea que realizo en poco más de 1 hora, cuando mi jornada laboral es de 7. Su respuesta es que eso es lo que hay.

Desde este momento empiezo a recibir, además, por parte de mi coordinador un trato bastante vejatorio y muy malos modos. En alguna ocasión me llega a llamar “niña” y reúsa darme cualquier explicación o contestación a nada. Además, a pesar de que recibo una carga de trabajo mínima y ridícula, me insinúa en múltiples ocasiones que no realizo mis tareas asignadas y que hago mal mi trabajo. Me doy cuenta también que las funciones que se han asignado no solo son residuales sino que en la mayoría de las veces son tareas que ya han sido realizadas por otra persona antes que por mí. Sencillamente me estaban haciendo perder el tiempo.

Ante esta situación de acoso laboral en mayúsculas, le pedí a Adecco que abriera un protocolo por el acoso que estaba recibiendo. Algo ridículo, por otra parte, pedirle a tu propio acosador que abra un protocolo de acoso contra sí mismo, pero creí que debía hacerlo para darle más peso a la demanda judicial por acoso que pondría después. El protocolo de acoso de la empresa consistió en una llamada de teléfono de alguien de RRHH para pedirme que mandara un email para contar por qué me sentía acosada. Una vez que mandé el email no volví a saber del protocolo nunca más. Pero el acoso continuó.

Me sentía anímicamente muy mal en ese momento debido al hecho de que la empresa había decidido arrinconarme profesionalmente y laboralmente sin motivo justificable. Si no estuviera en modo de teletrabajo por la pandemia y hubiera tenido que ir a la empresa todos los días, mi situación hubiera sido la siguiente: arrinconada en una esquina sin equipo informático o con un equipo sin programas, sin tareas que realizar o muy pocas, sin posibilidades de contactar con mis compañeros y recibiendo malos modos y desprecios de mis superiores durante 7 horas al día. Bajo mi punto de vista es más que obvio que todo esto era consecuencia de mi baja por enfermedad y mi solicitud de reducción de jornada por cuidado de mi hijo.

Unos meses más tardes, en diciembre, fui despedida por finalización de la obra por la que estaba contratada. Evidentemente la obra no había terminado y mi despido fue absolutamente fraudulento. Les demandé por despido nulo y el juicio se celebrará en noviembre de 2021.

Desde que empezó todo mi calvario con Adecco formo parte de un sindicato minorista y trato de acompañar a otras mujeres que son discriminadas por pedir sus derechos de conciliación como madres o por el hecho de ser mujeres simplemente. También formo parte de una asociación de apoyo a la lactancia y la crianza respetuosa y desde ahí intentó concienciar a las madres de la importancia de luchar por nuestros derechos laborales y de conciliación. Para mí, es algo fundamental.


Para finalizar y con la finalidad de hacer activismo, os pedimos a todas las madres que deseen compartir su testimonio o experiencia, en cualquier ámbito que envuelve la lactancia materna nos escribáis a presidencia@fedalma.org

Quien quiera puede añadir una foto (no hace falta que sea una foto tuya, puede ser una imagen relacionada con esa vivencia, lo que prefiráis), esta se publicará junto al relato en nuestra web bien sea de forma anónima o con vuestro nombre.

¡Muchas gracias de antemano a todas, sois muy valientes!

Texto: Anónima.

Maquetación edición: María Bailén Fuentes. Comisión Comunicación. Coordinación: Anaís Ferrández Rodríguez, Presidenta de FEDALMA.