Irene García, Bióloga
Irene García participa en el XIII Congreso FEDALMA dentro de la Mesa Redonda «la mujer lactante hoy». Su ponencia trata del «Lactancia y empoderamiento femenino».
“Gran parte de la violencia contra la mujer se articula en torno a la maternidad”
Irene García Perulero es bióloga molecular, feminista, lactivista y activista del parto respetado, así como experta en violencia obstétrica. Es una activa bloguera desde 2002, comunicadora y escritora. Asimismo, es coautora de ‘Una nueva maternidad’, codirectora de Cangurosymas.es, cocreadora de ‘Infancias Libres’ y ‘Ni putas ni princesas’. Madre y creadora de ‘La maternidad y el encuentro con la propia luz’. Colabora con Cuaderno de Valores de Educo, Pedagogía Blanca, Mujeres Empoderadas y Asesoras Continuum.
Entrevista
En el XIII Congreso Fedalma Irene hablará sobre feminismo y lactancia. ¿Qué visión hay desde el feminismo (o los feminismos) de este fenómeno?
Dependiendo del feminismo que estemos hablando. Al feminismo de la igualdad le parece un retroceso y una vuelta al pasado. Las feministas de la igualdad piensan que es una esclavitud y un sacrificio enorme, que para eso están los biberones, y en la corresponsabilidad desde el minuto cero con el progenitor masculino. Piensan que da lo mismo dar teta que biberón. Este es el feminismo oficial, institucional, el que más se oye. Hay otras que nos consideramos feministas y no tenemos esa visión. No sé si nos ubicamos en algún tipo de feminismo (el ecofeminismo, el feminismo de la diferencia…) aunque yo voy por libre. Hay muchas asociaciones de lactancia materna y las asociadas se consideran feministas.
¿Hay cierto enfrentamiento? ¿Estas posturas pueden convivir?
En teoría deberíamos poder convivir, porque el feminismo habla de libertad de elección. El feminismo lucha por que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres, pero esto al final tiene que ver con la libertad de elección. La lactancia tiene que ser algo voluntario; si no quieres, va a fracasar, porque para que una lactancia no fracase la mujer tiene que querer dar teta. De otra manera, no saldrá adelante. Tiene mucho que ver con la sexualidad femenina y, por ello, para mí debería ser un tema que el feminismo protegiese con mucho ahínco: el derecho a dar el pecho y a disfrutar una parte de la sexualidad que, además, nada tiene que ver con los hombres y que es propia de las mujeres. Las mujeres que dan el pecho se encuentran con muchas dificultades. Ambas posturas deberían ser compatibles. No dar teta es una elección tan válida como darla.
Esto tiene mucho que ver con la figura de la mujer en el ámbito laboral. ¿Qué proponen unos feminismos y otros al respecto?
El feminismo de la igualdad propone bajas paternales iguales e intransferibles para los padres, pero el problema es que es muy corta. En otros países son largas y da igual la parte que se pueda transferir, mientras que en España solo tenemos seis semanas de baja intransferible y el resto se puede transferir. Ellas argumentan que la maternidad es lo que nos impide acceder al mercado laboral. A mí me parece un argumento falaz: lo que nos impide entrar al mercado laboral es el mercado laboral, que nos discrimina. Pero no la maternidad. Es igual que decir que nos violan por llevar minifalda, es culpar a la víctima de la discriminación que sufre.Los responsables de la discriminación son quienes nos discriminan y para eso hay que hacer leyes que nos protejan a nosotras y al derecho a la lactancia y a todo aquello que se deriva de nuestro papel en la reproducción, que es claramente diferente al del hombre. Negar esto es negar la biología.
¿Tiene que ver la lactancia con el empoderamiento femenino?
Cuando consigues una lactancia exitosa, te empoderas. Ocurre porque hay mecanismos neurológicos que lo favorecen, ya que la lactancia dispara los centros de recompensa. La mujer que no consigue dar pecho es por distintas interferencias externas. Atacar la lactancia es una manera de desempoderar a la mujer muy efectiva. Es una de las violencias de género más sutiles y difíciles de detectar.
¿Al igual que la violencia obstétrica?
Una mujer que da el pecho está muy emancipada, también de la industria de la alimentación infantil. Las mujeres que hoy dan el pecho tienen recursos socioeconómicos altos, son gente preparada. Antes eran las pobres y ahora son las ricas, porque dar teta es muy difícil y hay muchos obstáculos, desde que te separen en el momento del nacimiento a que el pediatra no utilice las tablas de la OMS. No creo que sea de manera consciente, pero sí está tan normalizado y aprendido que creemos que los cuerpos de las mujeres son defectuosos y no pueden parir ni dar teta. Nos lo han machacado tanto que nos lo creemos: nosotras, las madres, los pediatras, etcétera. No es algo consciente, pero la consecuencia final es que se la desempodera porque cuando tu cuerpo no hace lo que se supone que tiene que hacer, te sientes mal.
¿Cómo se lucha contra esto?
Las redes de mujeres de apoyo a la lactancia son las que van a cambiar el mundo. Son las que colaboran en estos activismos pacíficos, sin ningún tinte violento, cuyas reivindicaciones son tranquilas, asertivas y poco agresivas. Hay que seguir apoyando a las mujeres que quieran acercarse, seguir informando utilizando las redes, porque ahora la capacidad de amplificar la información es mucho más grande que antes, cuando todo era de tú a tú y con poco alcance. Hay que seguir formando redes de apoyo, que son imprescindibles no solo para conseguir lactancias sino para cambiar el mundo.
¿Los medios de comunicación buscan enfrentar a esos dos tipos de madres? ¿En el mundo 1.0 también existe esa contraposición, ese enfrentamiento?
La mayoría de la gente con la que hablo no ha dado teta y no pasa absolutamente nada. Es un tema que se trata de vez en cuando, sobre todo al principio y siempre desde el respeto. Nunca he visto ninguna pelea en el parque sobre ello. El problema de Facebook es que es un patio de vecinos y queda todo escrito, lo cual es un peligro porque lo que se habla en la puerta del colegio se lo lleva el viento. La guerra de madres es bastante artificial y, a la hora de la verdad, a la gente le importa bastante poco. Lo que más me ha sucedido cuando daba de mamar era que algunas mujeres me contaban con pena por qué no había podido dar pecho, con los típicos mitos. No lo hacían desde ninguna trinchera, sino como desahogo. He tenido ocho años de lactancia y solo una vez me han mirado mal.
¿Cómo llega a interesarse por estos temas? ¿Ser bióloga tiene algo que ver?
Tuve un parto horrible con mi primera hija y di con El parto es nuestro. Un ginecólogo me dijo que la oxitocina sintética era igual que la natural y me puse a buscar, porque era bióloga y quería investigar. En eso sí sirve mi carrera porque interpreto los estudios científicos de diferente manera. Desde el punto de vista de una bióloga, el funcionamiento del cuerpo y la mente humana es espectacular, aunque soy bióloga molecular. Pero el desencadenante fue un parto desastroso. Yo antes era feminista de boquilla: pensaba que teníamos todo conseguido y ahora he visto que, en los temas de reproducción y maternidad, hay una gran violencia.Gran parte de la violencia contra la mujer se articula en torno a la maternidad.
¿Quizá la más invisible?
Todavía nos queda hasta que la violencia obstétrica sea entendida como lo que es, porque ahora está muy normalizada y se considera normal que te hagan episiotomía o Kristeller; de hecho, vas al parto esperando que te lo hagan. En las preparaciones al parto no se habla de otras opciones y aún son minoría quienes quieren partos naturales, aunque cada vez más. En otros países ya hay leyes, en Argentina y Venezuela, y se llegará a eso. Cuando esto se consiga, podremos decir que interferir en la lactancia también es violento porque también es una parte de nuestra sexualidad.
¿Hacia dónde debe ir el feminismo?
Creo que reivindicar los derechos sexuales no puede quedarse en permitirnos abortar de una manera higiénica, que es lo que acepta el feminismo. Probablemente es una reivindicación que hay que hacer, el derecho a decidir sobre maternidad y la información sobre anticonceptivos, pero hay otra vertiente clara: las mujeres somos las que parimos y para que la especie siga existiendo hay que seguir pariendo. Proteger nuestros derechos reproductivos tiene que ir más allá del derecho a no tener hijos, sino del derecho a tenerlo y criarlos libremente en buenas condiciones. La lactancia no es una obligación moral, sino un derecho. Si las feministas que hay ahora en los cargos públicos no son capaces por sus historias personales, que entiendo perfectamente, deberían permitir que otras con otras experiencias expresen sus opiniones.